Lector, si eres hombre, ¿qué te atrajo a continuar con la lectura de este artículo? Tal vez pensaste: ¿Cómo es eso de ser un hombre codependiente? ¡A poco! …el hombre puede ser codependiente? ¿No es cosa de mujeres? Bueno, sí… he oído por ahí que a un hombre lo ha maltratado su mujer, pero no es común…-
Cada vez es más habitual escuchar el término “codependencia”, el cual se ha relacionado más bien con mujeres que se encuentran en una relación tóxica, sea con un adicto y/o en situación de maltrato (abuso emocional, físico, psicológico). Sin embargo, en la actualidad se reconoce que la codependencia se refiere a una dependencia de tipo emocional, y en la que no necesariamente hay un problema de adicción en el otro. Aunque la codependencia en el hombre ha sido poco reconocida, su existencia es más común de lo que imaginamos. En una encuesta aplicada a 96 alumnos de tercer año de la Licenciatura de Médico Cirujano en la Universidad Autónoma del Estado de México, se encontró que el 97% tenían características de codependientes, y de ellos poco más del 40% eran hombres. Otros estudios muestran que a pesar de que los rasgos de codependencia son más frecuentes en el sexo femenino, el hecho de ser mujer no es un determinante esencial.
Las conductas codependientes tienden a ocurrir cuando las personas pierden el sentido de sí mismas y actúan conforme a las necesidades y deseos del otro, como una forma de ganar aprecio, ser aprobadas y evitar conflictos y/o ser abandonadas. Con todo lo anterior, la persona codependiente queda expuesta al riesgo de establecer relaciones desventajosas y de maltrato. Así, es común que las mujeres codependientes lleguen a terapia por sentirse atrapadas en relaciones destructivas y/o sufrir de ansiedad, tristeza, enojo, confusión mental, inseguridad, baja autoestima y/o trastornos físicos.
Por otro lado, es curioso que a la consulta los hombres no lleguen por sentirse frágiles, con baja autoestima o inseguridad, más bien llegan por ser explosivos, distantes o egoístas con sus parejas y/o hijos, o por lo mismo tener problemas en el ámbito laboral, y frecuentemente llegan a sugerencia de sus parejas. Son pocos los que aceptan que no todo marcha tan bien, y de que están sintiendo vacío emocional, soledad y/o inseguridad. La mayoría llegan al consultorio afirmando que sólo están ahí porque su mujer se los pidió, o porque el médico se los recomendó, ya que frecuentemente se enferman y no les encuentran la causa. Es común que todos esos malestares los "distraigan" a través de la impulsividad, o mediante la evasión con amigos, el trabajo, el futbol, el alcohol y/o el sexo. Todo lo anterior dificulta diagnosticar y tratar en la consulta a hombres por codependencia. El año pasado por ejemplo, un estudiante intentó, como trabajo recepcional para la Maestría en CEsIGue, hacer una encuesta entre algunos hombres para detectar rasgos codependientes… cual habrá sido su sorpresa que no le fue posible realizarlo! Las respuestas a los cuestionarios aplicados a una muestra de más o menos 20 hombres indicaron que “todo estaba bien”.
Lo que pasa es que en nuestra tradición cultural los mensajes que son transmitidos a cada género, no permiten reconocer de la misma manera el malestar emocional en el hombre que en la mujer. Es tan marcada la imagen de que el hombre tiene que ser fuerte y protector, que cuando ésto se vuelve una carga, ni el mismo hombre es capaz de reconocer su situación, y no es sino hasta que llega a niveles muy altos de depresión, o malestar que se acerca a un profesional de la salud emocional.
Reflexionando acerca de las cuestiones culturales y la asignación de roles según el género, podemos suponer que, la codependencia en el hombre se expresa de diferente forma con respecto a las mujeres. Por ejemplo, una conducta típica sería el rol de proveedor. En ese sentido, muchos hombres terminan siendo utilizados y hasta explotados, cuando se mantienen en una relación con alguien (pareja, madre, hijos) cuya filosofía de vida es que "al hombre le corresponde el rol de proveedor". No quiero dar la idea de que ser hombre trabajador y responsable lo convierte en una víctima y que ocuparse del bienestar de su familia es equivocado, más bien, el problema se presenta cuando tratando de cumplir ese ideal, viven presionados psicológica y socialmente, y se acostumbran y se convencen de que son sólo "ellos los que tiene que dar", cueste lo que cueste (incluso sobre su propia salud). Y por otro lado, incluso tienen dificultades para pedir y recibir. Así como las mujeres codependientes, estos hombres presentan una hipertolerancia al desgaste físico y emocional, y tratando de ser "buenos", son "adictos al trabajo", "salvadores" de la empresa donde trabajan, son excelentes esposos, papás y extensivamente buenos hijos y hermanos, son los que mantienen a sus padres, suegros, algún hermano(a), sobrinos, etc. Todo ello a costa de su salud física, mental y emocional.
¿Quien no ha conocido a un padre/esposo exitoso, que presionado por la posibilidad de perder su trabajo y al mismo tiempo tratando de cumplir las demandas de su familia, pasa noches en vela sin compartir su preocupación con nadie? ¿Por cuántos momentos de soledad y el sentimiento de no ser comprendido pasará? Y sin embargo, ¡no es capaz de pedir, ni un abrazo! Y ¿cuántos otros, en ese “cumplir” se pierden de su familia, de disfrutar a sus hijos? Con esos roles tan establecidos, alguna vez alguien les habrá preguntado si eso es lo que querían hacer de sus vidas? Es más, yo podría pensar que en muchos casos ni siquiera se lo han preguntado ellos mismos… no sorprende entonces la carga de frustración y enojo presentes en algunos de estos hombres.
Detrás de esto existe mucha inseguridad y un gran miedo al abandono, a la ruptura y a la separación, por lo que de manera inconsciente muchas veces buscan “alguien más necesitado” a quien cuidar, reasegurándose así que no los abandonaran y los valorarán por su rol. En ese sentido, tienen la necesidad de ser necesitados y, lo que hay en el fondo, así como en la mujer codependiente, es una muy baja autoestima.
Mtra. Leny Cortés Aguilar. Docente e Investigadora del CESIGUE y facilitadora del “Grupo Terapéutico Mujer es… “ que se reúne cada martes a las 7pm en el Centro Yoloma.
Cada vez es más habitual escuchar el término “codependencia”, el cual se ha relacionado más bien con mujeres que se encuentran en una relación tóxica, sea con un adicto y/o en situación de maltrato (abuso emocional, físico, psicológico). Sin embargo, en la actualidad se reconoce que la codependencia se refiere a una dependencia de tipo emocional, y en la que no necesariamente hay un problema de adicción en el otro. Aunque la codependencia en el hombre ha sido poco reconocida, su existencia es más común de lo que imaginamos. En una encuesta aplicada a 96 alumnos de tercer año de la Licenciatura de Médico Cirujano en la Universidad Autónoma del Estado de México, se encontró que el 97% tenían características de codependientes, y de ellos poco más del 40% eran hombres. Otros estudios muestran que a pesar de que los rasgos de codependencia son más frecuentes en el sexo femenino, el hecho de ser mujer no es un determinante esencial.
Las conductas codependientes tienden a ocurrir cuando las personas pierden el sentido de sí mismas y actúan conforme a las necesidades y deseos del otro, como una forma de ganar aprecio, ser aprobadas y evitar conflictos y/o ser abandonadas. Con todo lo anterior, la persona codependiente queda expuesta al riesgo de establecer relaciones desventajosas y de maltrato. Así, es común que las mujeres codependientes lleguen a terapia por sentirse atrapadas en relaciones destructivas y/o sufrir de ansiedad, tristeza, enojo, confusión mental, inseguridad, baja autoestima y/o trastornos físicos.
Por otro lado, es curioso que a la consulta los hombres no lleguen por sentirse frágiles, con baja autoestima o inseguridad, más bien llegan por ser explosivos, distantes o egoístas con sus parejas y/o hijos, o por lo mismo tener problemas en el ámbito laboral, y frecuentemente llegan a sugerencia de sus parejas. Son pocos los que aceptan que no todo marcha tan bien, y de que están sintiendo vacío emocional, soledad y/o inseguridad. La mayoría llegan al consultorio afirmando que sólo están ahí porque su mujer se los pidió, o porque el médico se los recomendó, ya que frecuentemente se enferman y no les encuentran la causa. Es común que todos esos malestares los "distraigan" a través de la impulsividad, o mediante la evasión con amigos, el trabajo, el futbol, el alcohol y/o el sexo. Todo lo anterior dificulta diagnosticar y tratar en la consulta a hombres por codependencia. El año pasado por ejemplo, un estudiante intentó, como trabajo recepcional para la Maestría en CEsIGue, hacer una encuesta entre algunos hombres para detectar rasgos codependientes… cual habrá sido su sorpresa que no le fue posible realizarlo! Las respuestas a los cuestionarios aplicados a una muestra de más o menos 20 hombres indicaron que “todo estaba bien”.
Lo que pasa es que en nuestra tradición cultural los mensajes que son transmitidos a cada género, no permiten reconocer de la misma manera el malestar emocional en el hombre que en la mujer. Es tan marcada la imagen de que el hombre tiene que ser fuerte y protector, que cuando ésto se vuelve una carga, ni el mismo hombre es capaz de reconocer su situación, y no es sino hasta que llega a niveles muy altos de depresión, o malestar que se acerca a un profesional de la salud emocional.
Reflexionando acerca de las cuestiones culturales y la asignación de roles según el género, podemos suponer que, la codependencia en el hombre se expresa de diferente forma con respecto a las mujeres. Por ejemplo, una conducta típica sería el rol de proveedor. En ese sentido, muchos hombres terminan siendo utilizados y hasta explotados, cuando se mantienen en una relación con alguien (pareja, madre, hijos) cuya filosofía de vida es que "al hombre le corresponde el rol de proveedor". No quiero dar la idea de que ser hombre trabajador y responsable lo convierte en una víctima y que ocuparse del bienestar de su familia es equivocado, más bien, el problema se presenta cuando tratando de cumplir ese ideal, viven presionados psicológica y socialmente, y se acostumbran y se convencen de que son sólo "ellos los que tiene que dar", cueste lo que cueste (incluso sobre su propia salud). Y por otro lado, incluso tienen dificultades para pedir y recibir. Así como las mujeres codependientes, estos hombres presentan una hipertolerancia al desgaste físico y emocional, y tratando de ser "buenos", son "adictos al trabajo", "salvadores" de la empresa donde trabajan, son excelentes esposos, papás y extensivamente buenos hijos y hermanos, son los que mantienen a sus padres, suegros, algún hermano(a), sobrinos, etc. Todo ello a costa de su salud física, mental y emocional.
¿Quien no ha conocido a un padre/esposo exitoso, que presionado por la posibilidad de perder su trabajo y al mismo tiempo tratando de cumplir las demandas de su familia, pasa noches en vela sin compartir su preocupación con nadie? ¿Por cuántos momentos de soledad y el sentimiento de no ser comprendido pasará? Y sin embargo, ¡no es capaz de pedir, ni un abrazo! Y ¿cuántos otros, en ese “cumplir” se pierden de su familia, de disfrutar a sus hijos? Con esos roles tan establecidos, alguna vez alguien les habrá preguntado si eso es lo que querían hacer de sus vidas? Es más, yo podría pensar que en muchos casos ni siquiera se lo han preguntado ellos mismos… no sorprende entonces la carga de frustración y enojo presentes en algunos de estos hombres.
Detrás de esto existe mucha inseguridad y un gran miedo al abandono, a la ruptura y a la separación, por lo que de manera inconsciente muchas veces buscan “alguien más necesitado” a quien cuidar, reasegurándose así que no los abandonaran y los valorarán por su rol. En ese sentido, tienen la necesidad de ser necesitados y, lo que hay en el fondo, así como en la mujer codependiente, es una muy baja autoestima.
Mtra. Leny Cortés Aguilar. Docente e Investigadora del CESIGUE y facilitadora del “Grupo Terapéutico Mujer es… “ que se reúne cada martes a las 7pm en el Centro Yoloma.
Hola Leny , me gusto mucho tu articulo, eres de Xalapa????
ResponderBorrarpor que yo si lo soy , y me gustaría contactarte,
donde se encuentra el centro Yoloma???
Excelente el hecho de que las mujeres comprendamos el sufrimiento del hombre y de la mujer en nuestra cultura machista. Tanto el hombre y la mujer son víctimas de ésta cultura, que se basa en el abuso del poder. Las mujeres ya hemos hecho movimientos a favor de los derechos humanos de la mujer;sin embargo el mismo machismo obstaculiza el cambio profundo hacia una masculinidad más humana. Es decir, hace falta más educación desde la educación primaria, para ejercer cambios en la construcción del género femenino y masculino, con efectos que se verán en las siguientes generaciones.
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